lunes, 19 de marzo de 2012

Cosmópolis, de Don DeLillo


Un día de abril del año 2000, el multimillonario asesor de inversiones Eric Packer decide cruzar la ciudad para un corte de pelo. Pero la ciudad está colapsada por la visita del Presidente… Y por el funeral de una estrella del rap sufí (en serio)…  Y por una manifestación política que suelta batallones de ratas en los restaurantes y en los vestíbulos de los hoteles…

Así, en un atasco permanente, se suceden las escenas, de forma no lineal, sin referencia al tiempo (se supone que transcurre un único día) ni, a veces, al espacio.
La ventana de la limusina en la que viaja Eric parece una pantalla de televisión en la que mirar el mundo real y sirve para abstraer a los personajes de la trama principal (aunque hablar, con propiedad, de trama principal es un tanto arriesgado).

Mientras, en el interior del coche, los monitores arrojan gráficos de barras y actualizaciones de mercado, Eric se reúne con su experto en tecnología para comprobar que sus sistemas informáticos son seguros o con su mujer, una poetisa con la que se ha casado por dinero. Mantiene conversaciones que rozan el absurdo (la rata deviene en moneda de curso legal), u otras sobre excitación sexual en medio de un análisis de próstata. A la vez, intenta comprender el comportamiento del yen.

La limusina en la que viaja se sitúa en medio de una violenta revolución anarquista. Eric, tras practicar sexo con una de sus guardaespaldas, le pide que lo electrocute con la pistola paralizadora. Después, encuentra a 300 personas desnudas esparcidas en la calle. Es el rodaje de una película. Allí encuentra a su mujer y hacen el amor.

DeLillo es un creador de imágenes y momentos a lo que hay que añadir cierto delirio surrealista. No es un mundo fácil el de este autor pero puede ser adictivo. Y este es el material que filma Cronenberg con “el vampiro” Robert Pattinson como protagonista. Esperaremos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario